El campo del productor Jan Koorn, sobre la ruta 88, entre Miramar y Comandante Nicanor Otamendi, en plena cuenca triguera del sur, fue sede hace pocos días de un nuevo Campo Líder organizado por Nidera Semillas. Allí, los trigos Baguette volvieron a demostrar porqué siguen siendo los preferidos de los productores argentinos, a qué responden sus récords de rendimiento y cómo hacen para mantener la mística con la que han escrito -y lo continúan haciendo- la historia de autosuperación del emblemático cereal.
Con ensayos de variedades, fechas de siembra, fenología y nutrición, el equipo de Nidera Semillas desplegó sus principales materiales comerciales, los lanzamientos y los experimentales que están por venir. Las novedades fueron 610 Baguette y Baguette 525, que el semillero comercializa bajo el sistema Sembrá Evolución.
Santiago Garrote, de Desarrollo de Productos de Nidera para la zona Sur, expresó que 610 Baguette es una variedad de ciclo intermedio con bajos requerimientos de frío que viene a ofrecer una opción superadora en rendimiento al Baguette 620, el trigo más sembrado del país.
“También aporta una sanidad superior, especialmente en lo que hace a comportamiento frente a roya amarilla, y una calidad superior”, puntualizó.
El otro lanzamiento que Nidera Semillas tiene en esta campaña es el Baguette 525. “Es una variedad de ciclo corto con muy alto potencial de rendimiento. Va más para nichos, ya que en la zona sur se usan especialmente ciclos intermedios o largos. Sirve para complementar ambientes donde se sale de un maíz o una papa que se levanta tarde”, describió Garrote.
Hubo novedades comerciales y experimentales Entre los destacados de la recorrida, con una muy buena sanidad y un gran potencial también se pudo ver el Baguette 820, que ya tiene dos años en el mercado. “Una variedad de ciclo largo, con altos requerimientos de frío, que viene a complementar y a superar en rendimiento al histórico Baguette 802, de altísimo potencial para los planteos de media y alta productividad en el sur de Buenos Aires. El secreto del 820 está en su sanidad, con mejoras en el comportamiento a mancha amarilla, roya amarilla y roya del tallo”, narró el técnico.
En los ensayos demostrativos, los materiales fueron exhibidos en tres fechas de siembra: 29 de mayo para los ciclos largos (Baguette 802 y 820), 20 de junio para los intermedios (610 Baguette y Baguette 620) y 11 de julio, para los cortos (Baguette 525 y 460, este último, un trigo corto de calidad 1).
Florencia Genovese, líder del cultivo de trigo en Nidera, dijo: “Estamos presentando candidatos para lanzar el año que viene, de ciclo largo y grupo de calidad 1, que complementa nuestro porfolio en un segmento en el que hasta ahora no teníamos una variedad así. A su vez, acompañando a 610 Baguette y Baguette 525, vamos a presentar dos posibles lanzamientos para el año que viene, uno de ciclo intermedio y otro de ciclo corto intermedio, ambos de grupo de calidad 2”.
Eduardo Barrios, ingeniero y productor en Estancia Santa Lucía, en Chapadmalal, hace más de 20 años que siembra trigos Nidera y participó de la jornada Campo Líder. En la última campaña hizo 400 hectáreas diversificando con ciclos largos e intermedios como Baguette 802 y 820, Baguette 620 y 610 Baguette.
“Yo considero que los trigo de Nidera son los de más alto potencial. También me resulta fácil porque conozco los materiales y me permite apretarles el acelerador en determinadas condiciones”, dijo Barrio.
Del encuentro también participaron actores de la red comercial como Juan Balbuena, responsable del semillero de Los Grobo Agropecuaria, uno de los multiplicadores más grandes del país. “Vinimos a ver la cocina de uno de nuestros principales aliados en lo que es la comercialización de trigo”, dijo.
Tratamientos Andrés Faura, del Seedcare Institute de Syngenta, el centro de tratamiento profesional y cuidado de semillas que la empresa tiene con sede en Pergamino, insistió en cómo los tratamientos de semillas contribuyen a potenciar los logros genéticos que la industria obtiene. “Lo más importante es realizar buenos análisis de calidad de semilla. No solamente hay que quedarse con el poder germinativo y el vigor, sino también hay que hacer análisis de patologías para elegir correctamente los terápicos”, expresó.
Guillermo Divito, asesor del Estudio EDM, lideró la recorrida por los ensayos de fertilización. “En base a modelos empíricos, un número para que los productores se lleven es el de 30 kilogramos de nitrógeno por tonelada de rendimiento objetivo, sumando lo que tenemos en el suelo más lo que agregamos como fertilizante. Esto para tener cultivos del orden del 10% de proteína”, puntualizó el técnico.
Divito también destacó la deficiencia de azufre que se viene manifestando en la zona y aclaró que en ensayos comparativos en lotes que salen de papa -el mejor antecesor para la fina en la zona- “estamos viendo, con dosis medias de nutrición, brechas de 2000 a 3000 kg/ha versus los testigos”.
Para tener en cuenta El cierre estuvo a cargo del asesor y referente técnico Pablo Calviño, que interpeló a la audiencia con un título sugerente: “¡Qué año para hacer agronomía!”. “La agronomía implica todo -dijo-. Hay que tener en cuenta no solo la historia de los lotes, sino también los mercados, el clima, el manejo de los cultivos y el gerenciamiento de la empresa. La clave es mirar la película entera”.
“Hoy los cultivos dependen fundamentalmente del manejo y la disponibilidad del agua. El otro punto clave son las rotaciones, para diversificar y que el balance de carbono sea neutro o positivo. En la medida en que puedo mantener la materia orgánica de los suelos, voy a poder seguir manteniendo las propiedades físicas y químicas. Por eso hablo mucho de rotaciones”, dijo Calviño.
“En el Sudeste donde hay limitaciones por tosca y el maíz no llega a expresar su ventaja más grande, es ahí donde los cultivos de invierno, ya sea trigo o cebada, cumplen un rol fundamental para poder mantener el carbono del suelo”, dijo el asesor y presentó estudios en los que, con una rotación de maíz de 9.000 kg/ha, sojas o girasoles de 2.700 kg/ha, y trigos de 5.700 kg/ha y sojas de segunda de 1.500 kg/ha, cebadas también de 5.700 kg/ha y sojas de segunda de 1.600 kg/ha, se logra un balance positivo de alrededor de 900 kilos de carbono por año.
En cambio, la rotación tradicional de la zona, con trigos de 5.700 kg/ha y luego un girasol, se tiene un balance negativo de alrededor de 500 kilos de carbono por año. “En estos casos estás esquilmando la materia orgánica del suelo y cada vez la situación de ese suelo va a ser peor. En cambio, una rotación donde no se puede hacer maíz, porque el suelo es malo, pero se hace una rotación de girasol, trigo, soja, cebada, soja, ahí se logra, promedio año, un balance positivo de alrededor de 450 kilos de carbono”, puntualizó el técnico.
¿La clave para hacer una buena soja de segunda? Según Calviño hay que atacar la fecha de siembra: “un día de atraso no sólo implica pérdidas de 30 kilos por hectárea. Al final de la rotación esa soja rinde 700 kg/ha menos”, dijo el asesor al cierre de la jornada.(Noticias AgroPecuarias)
Eduardo Bustos |